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«WC: writing comments»

junio 25, 2007

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Paseando por la universidad durante estos últimos días de clases, me encontré al interior del baño leyendo unos escritos en una de las murallas. Me quedé mucho rato gozando de los comentarios y aún sigo teorizando en lo que significa el acto mismo de escribir en un baño público….aprovecho ahora de compartir algunas ideas…  La escritura en los baños públicos es un proceso imposible de recuperar. No conocemos el autor ni sus motivaciones, tampoco el transcurso en que fue ejecutado, ni siquiera su finalidad; sólo podemos acceder a su huella. Es por esto que podemos decir que esta escritura nace “entre un abrir y cerrar de puertas.”  Lo que convoca es la “respuesta” del sujeto a un arrebato natural, que lo obliga a encontrarse solitario en un espacio público y cerrar, ante la necesidad de intimidad, aquel paso delimitante entre lo social y lo personal. Es así  como el sujeto toma conciencia de que el lugar le será propio en cuanto dure su “respuesta”, por lo cual aparece la apremiante amenaza de que será ajeno en cuanto se termine. Aquello que fue tan cercano a uno se entregará con igual soltura a los próximos que vendrán, y no habrá estampa alguna que recuerde aquella experiencia. Ni siquiera será capaz el propio calor de entibiar lo suficiente la frialdad de la cerámica como para que el próximo tenga noción de que se estuvo allí. Es frente a esta infidelidad que el hombre se ve ante la necesidad de dejar rastro, de perpetuar de alguna manera el ingrato “préstamo de intimidad” que no repara en la propia entrega, y así insurrecto escribe, tatuando con desobediencia las pieles prohibidas de los baños públicos.  El calor se va pero la letra queda.  

Se emplea como eufemismo la frase: “voy a ir a hacer mis necesidades.” Existe esta urgencia biológica de vaciar lo que ya no es útil para el organismo. Pero existe, en un nivel paralelo al orgánico, otro tipo de necesidad insatisfecha: la necesidad de expresión reprimida por las normas y costumbres sociales que no permiten al ser humano desenvolverse con libertad.  El baño es entonces el espacio de emancipación por excelencia, en donde el anonimato permite al sujeto subalterno rebelarse y hablar por sí mismo, sin tener que someterse a la re-presentación de otro académico encerrado en su ciudad letrada. Paradójicamente, se le pide que se comporte una vez más como un cuerpo docilitado, demostrando su cultura en el único lugar posible donde puede actuar instintivamente.  En la realidad todos sabemos que tal respeto no se da.  El baño de hombres de la Facultad de Letras en San Joaquín reluce inmaculado, sin embargo al final de sí, existe un cubículo que las auxiliares se rindieron a limpiar y concedieron a merced del desahogo.  En la muralla izquierda se desencadena un diálogo rizomático formado por  multitud de caligrafías, colores, símbolos, ideas e intenciones. Respondiendo a la importancia que da Said al lugar de enunciación, la estrechez del cubículo, la posición de los escritos y su altura, denuncian que fueron escritos por sujetos sentados en la taza del baño, es decir, “a calzón(cillo) quitado.” Así indefensos ante el mundo, escriben sobre fortalezas, y responden con convicciones.   

Todos los escritos se refieren a este célebre manifiesto: “Somos pobres y hemos labrado toda la puta vida para poder sobrevivir, tonto culiao nunca te has roto las manos, ni  siquiera sabes lo que es el trabajar. Es fácil hablar de todo cuando tu papi te paga todo y te mantiene, perro culiao. En este país de mierda los que provienen de senos acaudalados tiene el derecho a la educación de calidad, y a derecha quiere mantener este régimen para que el destino de esta tierra lo  sigan manejando adinerado y asegurando los recursos para sí mismos. Y mantener el 100% de pobreza y mala educación, para así seguir realizando prácticas de fascismo y explotación y paradójicamente los hijos de puta se llenan el hocico hablando de los pobres.” Los demás son comentarios a favor o en contra a éste, generando un debate: 1) “parece más hijito de papá el que echa la culpa a otro de lo que le pasa.” 2) “Ser hombre es ser responsable y primero de uno mismo, o no?”, 3)“cuicos culpados de la UC, hijos de papá: continúen con el régimen de abuso, clasicismo, discriminación y explotación laboral!”,4) “no faltan los marginados con resentimiento social, ándate flaite culiao”, 5) “puente alto mismo represento”, 6)“y vos que hacer aquí estudiando?? Ándate a cuba, allá son todos igual de pobres!” y 7)“déjense de weviar por favor que estoy cagando.” Está configurado aparentemente como una conversación, pero es realmente un pastiche de monólogos que intentan lidiar forzadamente con su imposible réplica. El “o no?” en el segundo comentario se esfuerza inútilmente en ser interrogativa, cuando realmente no existe receptor inmediato capaz de responder. La esquizofrenia de este esfuerzo llega a tal límite que en el último escrito citado, se intenta ser lo que no se es, un soliloquio que intenta inútilmente devenir diálogo, dado que objetivamente nadie lo “wevea”. La cita sobre Puente Alto, a diferencia de las anteriores, no es un punto de vista, sino una firma genérica que asume la voz del manifiesto inicial para darle mayor potencia al argumento. Actúa como una bandera que revindica el territorio abandonado por el primer autor, quien no ha vuelto a manifestarse caligráficamente.  En este cubículo el diálogo no se desarrolla como un desahogo oportunista de la privacidad, es decir no aprovecha, como podríamos creer, la libertad del anonimato para expresarse. No es así en otros casos de baños de la Universidad, en donde es difícil certificar los escritos como reales doctrinas, y se ven como “aventuras” morales; escribiendo lo que quizás no se piensa ni se hace.

 Sorprendentemente los escritos en los baños femeninos son de mayor contenido sexual que el de los hombres. Estas “damas” que no hablan de sexualidad según la imagen que ha forjado la sociedad de ellas, escriben en los baños lo silenciado en el discurso cotidiano, con escritos como:   1)“¿Y dónde están las lesbianas de la UC?”, 2)“reprimidas y con pololo, como yo”,3) “estoy caliente, quiero tener sexo contigo, llámame: 6864683”, 4)“rebélate”, 5)“lubríquenme por favor”, 6)“nos tienen engrupidas con que no importa. Prueben uno grande primero y después hablamos.”   Si no hay testigos vigentes que patenten tus pensamientos es una gran oportunidad para exhibir lo prohibido. Más que una “revelación” feminista, actúa como el “vértigo” de aprovechar ser quien no se es. Quizás estas especulaciones yerran en sus conclusiones y efectivamente son mujeres consecuentes a sus disciplinas, pero cabe dudar sobre su real efecto cotidiano y considerarlo más como un recreo de personalidad y un juego de devenir que una ideología decidida.

 La escritura en los baños públicos creo que cuestiona a los que creen que el sujeto subalterno no puede hablar. Yo diría que sí puede hablar, quizás en un espacio que implica un punto de fuga y una desterritorialización a la norma…no en papel, pero si en una pared. La urgencia de apropiarse de un lugar ajeno que se presta para una intimidad fugaz, entre ideologías y sexualidad, diálogo entre sordos, el goce en lo prohibido, espacio de liberación, instante para devenir lo otro…. Como dice una de sus murallas: “el recinto donde se medita el día. Anónimo recuerdo del quejido.”

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Alessandra

3 comentarios

  1. Respecto al «vértigo» de aprovechar ser quien no se es, inmediatamente me trae a la mente la idea de un peculiar panóptico posmoderno. En las murallas del baño se entabla un voyerismo verbal sin «nicknames» ni apodos: uno puede acceder a los deseos y pensamientos más ocultos, vergonzosos y retorcidos de forma libre y sin tener que confesar algo a cambio. Uno puede observar la intimidad del otro sin una mirada de vuelta, uno puede revelar lo más sórdido que tenga en mente bajo el manto negro del anonimato. No está nada mal. Es una especie de democratización del psicoanálisis, donde se entablan monólogos paralelos que a veces se tocan, otras veces no. Las respuestas claramente no las tiene el “trono de loza” pero es evidente que el baño se instaura como un espacio de reflexión y expresión libre de prejuicios en medio de una cultura sorda, ciega y muda.


  2. Personalmente, me parece deprimente que la única forma de expresarse para algunos sea en un lugar tan recóndito como en uno de los baños más esquinados de la universidad. Quizá tal como lo que dicen no sea tan «bonito», es necesario que esto sea expresado en un lugar que tampoco sea tan «bonito.»
    Sin embargo, también según ‘ciertas fuentes’, he sabido que el baño, sea público o no, se usa para leer y como espacio de reflexión, como se menciona en el comentario arriba de este. Ahí surge la dicotomía de esta baño, que puede ser usado para un comentario frívolo sin identidad pero también como espacio personal y meditativo. Quizá sea un buen tema para un futuro ensayo.

    Tomás Mosqueira.


  3. Los baños! espera un poco que voy a baño. Que lugar! Nunca, nunca pasa inadvertido, o por la decoración entretenida, o por lo sucio, o por lo limpio, o por la fila que tuviste que hacer para llegar al escusado. Siempre tenemos algún comentario para el baño. Lugar que siempre espera ser confortable para el que lo visita, lugar del agua, de la limpieza, del relajo, que se yo?, lugar de la libertad! Ale!! buenisima tu entrada! Y ahí estamos, en el baño, leyendo los rayados de las puertas y preguntándonos. Sin duda, un baño rayado posee mas personalidad que uno de puertas lisas. A mi me pasa que siempre leo en esos rayados violencia, muy pocas veces me he encontrado una oda al amor o la vida (creo que eso es un prejuicio mio, voy a fijarme más) … pero me gusta esa idea de apelar a todos y a nadie a la ves, a permanecer ahí como un grito eterno, poder entregar desde lo mas intimo de ti algún grito desesperado que no puedes gritar afuera, y así se escribe en un lugar donde muchos lo leerán. Una ves llegué a un baño, impecable y con un pizarron, que maldición! Claro algún maniático de la limpieza que pretendía hacer fugaz, lo que por naturaleza perdura, un rayado de baño, el pizarrón no funcionó, la pared estaba rayada, hablandole, gritandole a un nuevo visitante.

    angela



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