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Presentación

En la relación actual del Hombre con su medio, el diálogo entre ambos se hace cada vez más difícil por la velocidad con que éste se traslada por la ciudad. Recorremos Santiago sin alcanzar a hacer nuestras las cosas. En el día a día nos vemos bombardeados de estímulos a los que no podemos responder. Una rutina acelerada en donde al parecer ya no hay tiempo para detenerse y realmente concentrar los sentidos en la realidad que nos rodea. Unos ojos enceguecidos e irritados, tocamos pero no sentimos, todo parece insípido en una vida en la que deambulamos cual extranjeros. Buscando el Todo encontrando la nada.

Este es el espacio que intenta rescatar algunas de las miles de imágenes que desfilan a nuestro alrededor. Al suspender una imagen y sacarla del vertiginoso anonimato, ésta se vuelve un presente continuo y por lo tanto un objeto analizable, al cual podemos volver, releer, cuestionar y rumiar. El gozo de percibir ese infinito que existe en la fugacidad del instante. Ese momento que sabemos será pasado pero que quisiéramos rescatar y contemplar.
Memoria urbana… 

En este blog participamos siete estudiantes de la Universidad Católica: Roxana Casas (Letras), Ángela Ibáñez (Artes y Humanidades), Francisca Montero (Letras), Tomás Mosqueira (Letras), María de los Ángeles Quinteros (Letras), Camilo Rovira (Letras) y Alessandra Soto (Artes y Humanidades).

     De la ciudad de Zirma los viajeros vuelven con recuerdos  muy claros: un negro ciego que grita en la multitud, un loco que se asoma en la cornisa de un rascacielos, una muchacha que pasea con un puma sujeto por una traílla. En realidad muchos de los ciegos que golpean con el bastón en el empedrado de Zirma son negros, en todo los rascacielos hay alguien que se vuelve loco, todos los locos se pasan horas en las cornisas, no hay puma que no sea criado por el capricho de una muchacha. La ciudad es redundante: se repite para que algo llegue a fijarse en la mente.

     Yo tambié vuelvo de Zirma: mi recuerdo abarca dirigibles que vuelan en todas direcciones a la altura de las ventanas, calles de tiendas donde se dibujan tatuajes en la piel de los marineros, trenes subterráneos atestados de mujeres obesas que se sofocan. Los compañeros que venían conmigo en el viaje juran en cambio que vieron un solo dirigible suspendido entre los pináculos de la ciudad, un solo tatuador que disponía sobre su mesa agujas y tintas y dibujos perforados, una sola mujerona apantallándose en la plataforma de un vagón. La memoria es redundante: repite los signos para que la ciudad empieze a existir.

Las ciudades invisibles. Italo Calvino.

Un comentario

  1. Bien hecha la apropiacion de Baudelaire, eso de buscar lo eterno en lo transitorio a través de la escritura del ritmo de la ciudad. Creo que eligieron muy bien. Salut, R



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