El cine por medio de la ilusión que en nosotros crea nos entrega “Los Hijos del Hombre” del director Alfonso Cuarón este film dibuja ciertas ideas de Giogio Agamben sobre la realidad en la que esta inserto el Hombre. El realismo de las imágenes nos conduce al 2027 y desde el comienzo nos abruma.
La ciudad que nos presenta Cuarón es una ciudad gris, oscura y confusa, en un mundo donde no nacen seres humanos, siendo esencial para la trama “la no finalidad del Hombre”. Este es un mundo donde se sobrevive, no se vive.
Agamben por su parte nos dice: «La escencia del campo de concentración consiste en la materializacion del estado de excepción y en la consiguente creación de un espacio en el que la nuda vida y la norma entran en un umbral de indistención»
En esta cita podemos encontrar la esencia de la película. Sobre ella Cuarón dibuja sus personajes y acciones proyectando al límite esta idea, por que nos lleva a un espacio donde no nacen seres humanos. Es una ciudad confusa en la que el control rige todos los movimientos, donde conviven la desolación, soledad y la angustia.
Observo la ciudad de Cuarón como un campo de concentración por que en ella el estado de excepción es la cotidianidad. Una ciudad es el espacio para el intercambio, el nacimiento de infinitas formas, la libertad, la conversación, las sorpresas y el abandono de si mismo. Mientras que la ciudad de Cuarón es la excepción de estas características. En ella sus habitantes buscan la seguridad, el Estado impone separaciones entre unos y los otros, imponiendo reglas y rejas, en este espacio no existe la confianza entre sus habitantes. En esta ciudad conviven ciudadanos y policías con grandes metralletas, habitan camiones con inmigrantes, hay bombas, miedo y un destino incierto. La ciudad se habita tratando de no ser habitada, por que en ella se evita todo tipo contacto.
El no nacimiento de personas y la enajenación que esto provoca en la población presentada en el film, es la culminación de la acción de la política sobre lo no-política, sobre la nuda vida. Agamben se refiere al inminente rol de la política sobre la vida y el fin de esta, como el estado asume el cuidado de la vida biológica de la población, Cuarón proyecta esta idea y la lleva al extremo para mostrarnos como la política fracasa en esta campaña y acaba, no solo con la vida existente, sino que con el nacimiento de nueva vida.
“Los hijos del hombre” nos grita y nos remece para evitar este futuro cercano, este futuro que nos muestra de modo real a lo que podemos llegar. Nos grita para acabar con la discriminación, para acabar con ese miedo que nos hace buscar seguridad en cada paso que damos, para acabar con una ciudad avara, para acabar con una ciudad calculadora, nos grita para buscar una finalidad en nuestras ciudades. Cuarón pretende que nuestras ruinas sean como las aztecas o las incas, que muestren un pasado de esplendor no pretende como dice Italo Calvino “Las ruinas de ciudades abandonadas, sin los muros que no duran, sin los huesos de los muertos que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma”
Angela