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Comunidad ecológica de pirque; espacio vigilado y castigado.

May 16, 2007

 

  “El espacio disciplinario  trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber donde y como encontrar a los individuos, instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son, poder en cada instante vigilar la conducta de cada cual, apreciarla, sancionarla, medir las cualidades o los méritos”

(Foucault, 2005, p.147)

El hallazgo del cuerpo de la joven Yocelyn Rivas, al interior de la comunidad ecológica de Pirque ha generado grandes polémicas. El argumento central por el que este grupo es criticado, es el entierro ilegal de la mujer. Hasta acá, parece lógica y aceptable la preocupación, ya que a pesar de que el ser humano esta dotado de libertad para decidir cual es la forma más adecuada para insertarse en el mundo, existen ciertas normas a seguir que hacen posible una convivencia social ordenada y pacífica, por lo que el vivir en sociedad implica ajustarse a determinadas formas de convivencia. 

Me parece plausible que las leyes se preocupen de imponer un cierto control sobre este grupo, ya que es evidente que se hace necesario el seguimiento de procedimientos tales como la obtención de un certificado de defunción y nacimiento. Así como también creo importante el hecho de dar asistencia médica a los partos u otras situaciones que lo requieran.

El debate central a derivado en un interés desmedido por saber quienes son los “extraños” que viven en esta comunidad, cuán diferentes son del resto, surge la preocupación por lo dominados  que están estos sujetos (en su mayoría jóvenes) por una creencia de tipo religiosa o esotérica. Cuán apartados viven de la civilización y las implicancias que esto puede tener en su eventual actuar con el resto de la humanidad. En definitiva, los medios de comunicación se han encargado de poner especial énfasis en la amenaza que supone este grupo a nuestra sociedad.  

En lo personal me llama la atención lo inquisidores que podemos ser como sociedad. Nos hemos acostumbrado a funcionar disciplinadamente, siguiendo leyes y pautas que determinan nuestro proceder como individuos. Somos dóciles al momento de seguir dogmas, reglas u obligaciones que emanen de una institución previamente reconocida como poseedora de poder. Ante esta nos rendimos y nos sometemos sin cuestionar, en ocasiones,  la legitimidad de sus imposiciones. De este modo no parece extraña la gran influencia que posee la  iglesia católica sobre los sujetos. El que hasta hace poco tiempo se amenazara con la existencia del infierno a fin de procurar acciones más rectas y morales, a pesar de generar críticas en ciertos sectores, no era motivo de alarma. Católicos o no católicos aceptan que cada quien crea en lo que le parece. Sin embargo surge una comunidad ecológica, como podría haber sido  la iglesia cristiana en sus primeros tiempos, y ante esta nos preocupamos del dominio que están ejerciendo los líderes sobre sus integrantes. Molesta la posibilidad de que en su interior se estén forjando nuevas formas de pensar y estar en el mundo. El contexto cultural marcado por la disciplina nos ha educado de modo que reaccionemos con temor ante grupos que se salen del contexto normativo.

    

Francisca Montero.

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¿Rebelión de los cuerpos o disciplina alternativa?

May 15, 2007

Lo primero que pensé cuando leí y relacioné las noticias sobre la Comunidad (o secta, como algunos medios se empeñan en nombrar) de Pirque con lo planteado por Foucault, fue que existía una comunidad que, como muchas otras, habían optado por una vida fuera del sistema y de sus leyes, gente que pensaba diferente y que quería ser coherente con sus ideas y vivir según ellas. Así crearon una forma de vida autosustentable y alejada del sistema y sus normas. Cuando se “descubrió” y difundió el entierro del cuerpo de la profesora de danza en los predios de la comunidad, las autoridades se espantaron, diciendo que éste era un acto ilegal, y de pasadita comenzaron a criticar las otras cosas que según ellos se salían de la norma: dijeron que atentaba contra los derechos de los niños que fueran privados de la educación tradicional y que no podía ser que esta gente no asistiera a los centros de salud como el resto de los ciudadanos.

Claramente todo esto tiene mucho que ver con Foucault, quien estudió los modos en que el poder penetraba en las formas de vida del hombre. La gente de Pirque reaccionó y rechazó precisamente el conjunto de reglamentos escolares, hospitalarios (y militares) que tienen, según Foucault, como objetivo principal controlar y corregir la vida de los hombres (“las operaciones del cuerpo”, según sus propias palabras). Estos cuerpos entonces, o vidas, que se han rebelado –aparentemente al menos- a estos dispositivos o ejercicios de poder, de esta forma dejan de ser vidas moldeables, dóciles y por lo tanto útiles para el sistema o poder que rige nuestra sociedad. Se han salido así de la lógica competitiva económica, laboral, educacional, consumista, etc. Es por esto que las autoridades actuaron rápidamente, supuestamente para proteger los “derechos” de esas personas…ya lo decía Foucault: a las disciplinas de poder no les gustan las aglomeraciones, “las pluralidades confusas, masivas, huidizas. Se trata de establecer las presencias y las ausencias, de saber dónde y cómo encontrar a los individuos, instaurar las comunicaciones útiles, interrumpir las que no lo son”. La comunidad rompía con el espacio inserto en el sistema, analítico, subdividido, vigilado y sobre todo útil, que crean las disciplinas. Estas disciplinas, que pretenden el “buen encauzamiento de la conducta”, que quieren enderezar y encausar las “multitudes móviles, confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas”.

Cabe destacar que la comunidad expresó que a ellos les importaba realmente la muerte de Jocelyn, con quien habían establecido un importante vínculo afectivo. Las autoridades y los medios se preocuparon en cambio de la parte legal de esta muerte, y la transgresión de las normas a través del entierro fue lo que los escandalizó. (la pregunta sería: ¿Por qué importa esto de lo legal – ilegal, derechos transgredidos o no, más que la vida misma que supuestamente se estaría resguardando a través de ellos?)

Ahora, no tenemos la información necesaria para afirmarlo, pero sí podemos preguntarnos si es que esta comunidad está realmente exenta de disciplina, qué tanta libertad hay en la vida que llevan. Según la carta escrita por ellos que se publicó en los medios, sus integrantes sólo siguen y confían en las leyes de dios, pero no sabemos qué formas emplean para cumplir esas leyes. Hay quienes piensan que cualquier forma de agrupación, cualquier célula social, incluso la familia, está regida por relaciones de poder e instaura normas de vida según ellas.

Lo otro interesante de pensar (y quizá desarrollar en otra entrada, porque se saldría un poco del tema) es el rol de los medios de comunicación en todo esto, que podrían tomarse, siguiendo los conceptos de Foucault, como una especie de panóptico posmoderno (que no se presenta ya como un espacio arquitectónico sino como un espacio virtual) que no sólo vigila sino que deforma y difunde una forma de ver la realidad que se objetiva a través de su publicación en un medio más o menos respetado y creíble.

Roxana Casas

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La ciudad de Agamben proyectada por la ciudad de Cuarón

May 15, 2007

El cine por medio de la ilusión que en nosotros crea nos entrega “Los Hijos del Hombre” del director Alfonso Cuarón este film dibuja ciertas ideas de Giogio Agamben sobre la realidad en la que esta inserto el Hombre. El realismo de las imágenes nos conduce al 2027 y desde el comienzo nos abruma. 

La ciudad que nos presenta Cuarón es una ciudad gris, oscura y confusa, en un mundo donde no nacen seres humanos, siendo esencial para la trama “la no finalidad del Hombre”. Este es un mundo donde se sobrevive, no se vive.

Agamben por su parte nos dice: «La escencia del campo de concentración consiste en la materializacion del estado de excepción y en la consiguente creación de un espacio en el que la nuda vida y la norma entran en un umbral de indistención»

En esta cita podemos encontrar la esencia de la película. Sobre ella Cuarón dibuja sus personajes y acciones proyectando al límite esta idea, por que nos lleva a un espacio donde no nacen seres humanos. Es una ciudad confusa en la que el control rige todos los movimientos, donde conviven la desolación, soledad y la angustia.

 Observo la ciudad de Cuarón como un campo de concentración por que en ella el estado de excepción es la cotidianidad. Una ciudad es el espacio para el intercambio, el nacimiento de infinitas formas, la libertad, la conversación, las sorpresas y el abandono de si mismo. Mientras que la ciudad de Cuarón es la excepción de estas características. En ella sus habitantes buscan la seguridad, el Estado impone separaciones entre unos y los otros, imponiendo reglas y rejas, en este espacio no existe la confianza entre sus habitantes. En esta ciudad conviven ciudadanos y policías con grandes metralletas, habitan camiones con inmigrantes, hay bombas, miedo y un destino incierto. La ciudad se habita tratando de no ser habitada, por que en ella se evita todo tipo contacto. 

El no nacimiento de personas y la enajenación que esto provoca en la población presentada en el film, es la culminación de la acción de la política sobre lo no-política, sobre la nuda vida. Agamben se refiere al inminente rol de la política sobre la vida y el fin de esta, como el estado asume el cuidado de la vida biológica de la población, Cuarón proyecta esta idea y la lleva al extremo para mostrarnos como la política fracasa en esta campaña y acaba, no solo con la vida existente, sino que con el nacimiento de nueva vida.  

 “Los hijos del hombre” nos grita y nos remece para evitar este futuro cercano, este futuro que nos muestra de modo real a lo que podemos llegar. Nos grita para acabar con la discriminación, para acabar con ese miedo que nos hace buscar seguridad en cada paso que damos, para acabar con una ciudad avara, para acabar con una ciudad calculadora, nos grita para buscar una finalidad en nuestras ciudades. Cuarón pretende que nuestras ruinas sean como las aztecas o las incas, que muestren un pasado de esplendor no pretende como dice Italo Calvino “Las ruinas de ciudades abandonadas, sin los muros que no duran, sin los huesos de los muertos que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma”  

 Angela

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Hijos del Campo de Concentración

May 15, 2007

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“…what does it mean to have a statue of Michaelangelo? It only works if it signals a certain world. And when this world is lacking, it’s nothing. It all depends on whether we have a world.” Hay una particular escena en la película Children of Men a la cual se refiere Zizek en este comentario: Theo va a visitar a su primo para pedirle ayuda para salir de la ciudad y la primera escena cuando entra a su lujoso departamento se focaliza en la estatua de David. La próxima escena los muestra comiendo con Guernica en el fondo. Así tal como estas pueden parecer escenas normales para un espectador que no conoce las obras, los personajes actúan de esta forma, completamente indiferentes a obras de arte que hoy en día son consideradas geniales. Aquí yace la crítica de esta película a la sociedad en que vivimos, ya que nos pone sobre la mesa todo aquello que hoy en día consideramos como relevante para nuestra existencia, para nuestro vida cotidiana o nuestros supuestos, y nos muestra como todo puede cambiar si se deja que un campo de concentración se transforme en nuestra “nueva ciudad.”

 Más aún, esta crítica se amplía al desarrollar el tema del homo sacer. Children of Men demuestra una sociedad anárquica, en donde la guerra civil entre distintos grupos es parta de la cotidianidad y donde los inmigrantes son tratados como prisioneros de guerra. Así, el homo sacer, como lo describe Agamben, se convierte en una excepción que se convierte en norma. El hombre o mujer “raro”, en este caso el inmigrante predominantemente de color negro, se convierte en simplemente un ser biológico, sin ningún derecho político ni cultural, y tratarlos como ovejas o animales se convierte en la regla de la sociedad.  

Esta película, tal como la obra de Agamben, nos hace considerar ciertos aspectos de nuestra vida cotidiana. Un recién nacido en Londres del 2027 es un milagro, mientras que hoy en día un recién nacido es muchas veces algo “lindo” y hasta molesto si es que este bebé llora y hace ruido cuando nos estamos tratando de concentrar en algo y nos interrumpe. De cierta forma, Children of Men busca que nos demos cuenta de lo que tenemos hoy en día y de lo que esto implica, y por lo tanto, de lo fácil que es perder cualquier beneficio o acción que hoy se considera como básico y común. Hay una escena hacia el final de la película que nos muestra a los soldados conmovidos por el llanto del bebé, sin embargo, esto no dura mucho, ya que deben continuar su lucha. Así, ese momento de asombro nos demuestra un poco de esperanza, ya que el ser humano siempre tendrá alguna forma de conmoverse, hasta en las instancias más denigrantes. Por lo tanto, la importancia para el ser humano moderno sería no perder la posibilidad de asombro, la cual muchas a veces parece recóndita al subyugarnos ante una urbe y un “campo de concentración” que nos tira un millón de tipos de información en un instante y nos espera que lidiemos con todo como si fuera lo más fácil del mundo.

Tomás Mosqueira.

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La Comunidad Indócil

May 14, 2007

“La posición del cuerpo, de los miembros, de las articulaciones se halla definida, a cada movimiento le están asignadas una dirección, una amplitud, una duración, su orden de sucesión está prescrito. El tiempo penetra el cuerpo, y con él todos los controles minuciosos del poder”. (Foucault, 1997, p. 156). 

La comunidad cristiana de Pirque, al exhumar ilegalmente el cuerpo de una joven embarazada hace 3 meses, trae a la palestra la preocupación que existe, por parte de las autoridades, sobre el tema de la evasión al poder central y, específicamente, a los mecanismos de “empadronamiento”. 

Para Foucault la combinación de las fuerzas exige un sistema preciso de mando y de registro permanente. La situación de los cuerpos no es un mero detalle. El cuerpo aparece como un bien estatal, por lo cual nadie tiene el derecho a disponer del suyo ni menos del cuerpo del otro. Es éste el gran error cometido por la comunidad de Pirque, ya que devela el incómodo hecho de que, en Chile, existen al menos150 sectas que funcionan “al margen de la sociedad” sin reconocimiento alguno por parte del Estado. 

Para irrumpir este espacio que había logrado durante tres años sustraerse del inquisitivo imperio de la ley (alias “biopolítica”), las autoridades esgrimen argumentos como la protección de los integrantes de dicha comunidad, la inadmisibilidad de que una embarazada sólo se medicamente con remedios naturales, la irregularidad por la falta de inscripciones de niños en el Registro Civil y la inconveniencia de que éstos nacieran dentro de esta comunidad y no en hospitales.  

Lo curioso es que la solución dada por estos mismos individuos radica en la concreción de un catastro oficial de sectas y de llevar un examen detallado de lo que ocurre dentro de las mencionadas comunidades. Adicionalmente, se quiere que los miembros de esta comunidad inscriban a sus hijos en escuelas, se controlen a las embarazadas y niños en los consultorios y se regularicen todas las situaciones de hecho que no cuentan con una inscripción oficial (nacimientos, defunciones, libretas de familia, etcétera), es decir, se pretende “encauzar las multitudes confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos individuales” (Foucault, 1997, p. 175) ya que “al asignar lugares individuales se hace posible el control de cada cual” (p. 151). 

Con esto no pretendo justificar una torpeza que tuvo como consecuencia la muerte de una persona, sin embargo, es preciso establecer límites y sanciones proporcionales a dicha negligencia.  

A pesar de esto, las pretensiones de encauzar las conductas de esta comunidad por parte de las autoridades, me parece, van más allá de la pena que corresponde por la desafortunada decisión de sepultar un cuerpo (acorde a las propias creencias de esta agrupación) al margen de lo prescrito por la ley. El castigo, hasta el momento, iría plenamente por el camino de docilizar a este conjunto de “porfiados”, lo cual definitivamente propasa las funciones y penas propiamente judiciales, hecho que atenta directamente contra la competencia de los tribunales de justicia. Por lo tanto, a mi parecer, hay una errada y excedida aplicación de la ley, que pretende ser ejecutada trascendiendo su ámbito de jurisdicción e intentando regular conductas que no corresponden estar bajo su alero castigador.

 

 

María de los Ángeles Quinteros

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Sectaria normalización

May 14, 2007

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Yo creo que el gobierno no se ha alarmado realmente por la muerte de la joven, sino porque ven en esta iniciativa un puntos de fuga al disciplinamiento que encierra al hombre bajo el supuesto de utilidad. Que un grupo de “ciudadanos” transgreda la norma y de cuerpos dóciles pasen a ser cuerpos de resistencia, es sumamente peligroso para el orden actual. Este es un claro ejemplo de “anatomopolítica”, tomar a los individuos, sus comportamientos y su cuerpo con el fin de producir cuerpos dóciles y fragmentados. “La disciplina como instrumento de control del cuerpo social penetrando en el hasta llegar hasta sus átomos; los individuos particulares.”

Hemos sido disciplinados para la producción, no para buscar el sentido en opciones de vida. Foucault plantea justamente que existe un “biopoder” que pretende convertir la vida en objeto administrable por parte del poder, siendo protegida la vida regulada. Somos cuerpos dóciles que nos creemos libres, y cuando algunos toman conciencia de este discurso, el sistema responde con toda su garra, para silenciar, descalificar y tildar de anormal y sectario.

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Se dice: “no es normal que un grupo de personas viva al margen de la sociedad y de sus leyes, no es normal que las mujeres embarazadas y los enfermos se les niegue atención medica, no es normal enterrar a los muertos en el patio de la casa, no es normal que los recién nacidos no sean inscritos en el registro civil, no es normal negarles la educación a los hijos, no es normal negarles la salud a los hijos.” Claramente lo normal tiene un fin utilitario impuesto por el discurso dominante. Me impresiona hasta que punto a los chilenos se nos han introyectado comportamientos. El peso del “deber ser”.¡Tan dóciles son nuestras mentes disciplinadas que nos creemos los parámetros que se nos imponen de normalidad.” “Normal” se refiere al promedio, a lo habitual en una población. De ello no se deduce que los “anormales” deban ser investigados o perseguidos.

Hay un discurso de respeto al la libertad que no es más que apariencias. La libertad se reduce al campo de lo legal, de lo que la ley permite, de lo que no pone en peligro al poder dominante. Los afectados opinan que «el abuso de poder es el que mantiene en injusticia a este mundo…Ha quedado de manifiesto por aquellos que manejan lo que sucede, que existe abuso de poder, que existe engaño. Han calumniado acerca de nuestra vida sin respetar en absoluto nuestra intimidad.” Hay una injusta intromisión en la vida personal de las personas, esa esfera que se supone es privada, que creemos no tiene nada que ver con lo político, con lo público, pero que se ve manipulada por el sistema…vigilar y castigar…

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Alessandra

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Extracción de Tiempo

May 9, 2007

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El tiempo en Santiago se ha ido progresivamente convirtiendo en un bien apreciado por sus habitantes. El ahorro de éste y su utilización creciente se ve reflejado en las, cada vez más, múltiples autopistas que se están llevando a cabo (entre otros síntomas), a costa de la vida vecinal y de nuestra calidad de vida.

Pero este costo parece ser menor ante la “urgente” necesidad de reducir la demora que implica trasladarse de un lugar a otro: como diría Foucault “se trata de extraer del tiempo, cada vez más instantes y, de cada instante, cada vez más fuerzas útiles. Lo cual significa que hay que tratar de intensificar el uso del menor instante, como si el tiempo, en su mismo fraccionamiento, fuera inagotable”.

Nos encontramos baja la ilusión artificial del rendimiento creciente del tiempo, mientras más podamos extraer de él, supuestamente, mayor productividad. Sin embargo, la interminable segmentación de los minutos y segundos tiene un límite que trasciende las matemáticas: la ciudad y sus individuos exigen un respiro, el grado de velocidad óptimo en nuestra cotidianeidad no pasa por fragmentar el tiempo y los barrios con carreteras de alta velocidad ni por la obsesiva edificación vertical de determinados sectores de Santiago.

La respuesta a las grandes exigencias de rapidez, eficacia y rendimiento urbano pasa por la aceptación de los santiaguinos ante el ineludible hecho de que estamos en el borde de que la parcelación del tiempo en nuestra ciudad tenga como consecuencia el surgimiento de un tiempo decreciente en calidad, a pesar de que éste siga, patológicamente, incrementándose en cantidad.

María de los Ángeles Quinteros

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Freestyle

May 7, 2007

Ciertas escenas solo ocurren en la ciudad; el centro repleto de gente caminando en todas direcciones, a toda velocidad; sujetos que trabajan en un cubículo de un 15º piso; el interminable cauce de vehículos de distinto tamaño y calidad; unos muchachos freestyleando… Un freestyle es una improvisación; literalmente significa “estilo libre”. Normalmente, al que improvisa le acompaña un beatbox; vale decir, alguien que interpreta vocalmente los sonidos de la batería, él marca el ritmo que debe seguir el que canta. Esto en resumidas cuentas es un freestyle, pero es bien poco lo que nos dice. Por tanto, con el permiso del lector, voy a caricaturizar un poco y a usar una imagen que late en el imaginario del Hip-Hop.

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Nos adentramos en las altas horas de la noche santiaguina, esas en que ya casi no quedan autos; solo se los escucha a ratos en las avenidas principales. En los intersticios de una población o en sus alrededores, en una esquina o una plaza, un grupo de 6 muchachos (digamos, todos hombres, por claridad argumental), todos de pie, forman una especie de circunferencia. Nótense los pantalones y polerones anchos, las enormes chaquetas, los posibles jokeys, bandanas o pañoletas. Uno o más de uno hace el beatbox, mientras otro canta. La luz de un solo poste alumbra a estos muchachos que sucesivamente van tomando la palabra; ahora uno, ahora el otro, le dan pases al siguiente para que continúe la rima en que quedaron. Se van turnando en el beatbox. Algunos luchan entre sí verbalmente, critican al sistema, amenazan a sus enemigos; otros dedicarán sus rimas a una muchacha o a Dios. La única condición es hacerlo al ritmo, conservando la rima y a gran velocidad.

Observemos con detenimiento. Evidentemente el detalle de la vestimenta no es baladí; es un uniforme, un estilo que los hace ser identificados públicamente como pertenecientes a la cultura hip-hop; pero no solo eso, los inscribe en una tradición que se ha ido modificando. Cuenta la leyenda (recogida por Wikipedia, entre otros) que esta cultura nació en los barrios bajos de New York, que sus fundadores fueron pandilleros peligrosos, los cuales tenían esa moda de vestir ropa ancha. Considerando esto, no es arbitrario decir que los 6 muchachos de más arriba se visten a la moda de los pandilleros, cantan música de pandilleros y, por tanto, tienen estética de pandillero. Y, ¿qué es esto? Nótese que el asunto no se trata simplemente de pertenecer a un grupo de jóvenes que luchan por territorio o por “respeto”, sino de pertenecer a un entorno social en que se escuchan balazos en la noche; en que hay padres que no salen a trabajar, sino a robar, hay madres que se prostituyen, y etc. Lugares en que el futuro se ve negro son donde prolifera el Hip-Hop; la favela, la villa, el getho, etc. Por eso la temática social y el tono contestatario, hasta violento, de sus producciones.

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Pero no perdamos de vista la imagen. Estos MCs pallan al amparo de la noche, alejados de las miradas ajenas y de las figuras represivas (los padres de alguno de los más jóvenes del grupo, un policía, etc.). Quizás, su antecedente más directo lo constituyen las improvisaciones del blues de principios del siglo pasado que hablaban de las penurias que sufrieron los negros en las plantaciones de algodón, pero aquellos “lamentos” están todavía demasiado ligados a una cultura campesina; como ella, y esto es capital, son muy lentos. Tal vez, el rasgo más específico del Hip-Hop y, claro, del freestyle es su obsesión por la velocidad. Y no es que gane el que más rápido canta, empero, el ritmo es acelerado, y las rimas rápidas son señal de habilidad.

El ritmo acelerado de la urbe es el que domina sus lenguas. Cantar a esa velocidad recuerda un poco a la escritura automática, que intentaba desvelar los secretos de nuestra mente, puesto que a esa velocidad e intentando seguir un metro, los filtros por los que pasan las ideas, en su camino desde el cerebro hasta la boca, no alcanzan a funcionar por completo. Entonces, tenemos a unos muchachos en lo oscuro, alejados de la vigilancia, concientes de las desigualdades sociales, puesto que pertenecen (en esta caricatura) a ese grupo de gente que a la policía no le importa proteger; estos, además, se saben continuadores de una tradición contestataria y, por convenciones del género, cantan a una velocidad que no les permite elegir mucho lo que dicen; o sea, en buena medida, dicen lo que les viene a la mente. Claramente, lo que salga de sus bocas, en el fondo, no puede ser más que una transgresión del orden, un guiño a la subversión, un llamado a los desprotegidos, a los desamparados de este sistema, para que se levanten y, por medio de la critica y la organización, recuperen la dignidad perdida.                

Camilo Rovira.

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Perdidos con mapa en mano

abril 26, 2007

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Jameson sin duda estaría muy desilusionado del mapa del Transantiago. El autor plantea que «en el nuevo hiperespacio urbano postmoderno se hace imposible confeccionar mapas mentales de una red comunicacional descentrada, multinacional y global en la que los sujetos individuales nos hayamos presos. La ciudad postmoderna ha abolido la distancia: nos encontramos tan inmersos en estos volúmenes asfixiantes y saturados, que nuestros cuerpos han sido despojados de sus coordenadas espaciales y se han vuelta en la práctica impotentes de toda distanciación».Es por esto que evidentemente necesitamos nuevos mapas cognitivos. Pero lamentablemente el Transantiago no sólo se equivocó con los recorridos, sino que tampoco salió victorioso del desafío planteado por Jameson. Cuando nos enfrentamos ante una tremenda hoja escurridiza, llena de colores, minúsculos nombres y símbolos, ¿cómo no sentirnos aún más perdidos? ¿cómo, en palabras del autor, no sentirnos, individualmente incapaces de autoubicarnos?

En vez de encontrar el recorrido más «eficiente» a destino, nos damos cuenta en la alienante capital en la que vivimos y comienza un cuestionamiento existencial sobre el lugar donde se nos ocurrió echar raíces. Ya no es cosa de llegar y decir: “¡Ubícate!”…la cosa ya no es tan fácil. Ínfimos ante tal tremenda urbe, no somos capaces de representar nuestra situación en relación con el todo santiaguino. ¿Sublimidad? no creo que sea ese el sentimiento al enfrentarnos al mapa. Quizás no es un fracaso, quizás «es lo que hay» y Transantiago se lava las manos ante un mapa que no puede esperar ser más de lo que ya es. Colores, líneas, escala…la arquitectura actual tendrá que buscar nuevos símbolos para hacer del uno parte activa del todo.

Resumen Texto Jameson

Alessandra